El siglo XX fue un reto para los amores a distancia. La libertad espiritual, la economía y la ruptura de la mayoría de los cánones, entre otras causas, puso a prueba a las parejas.
Relación a distancia
Si los artistas iban de gira por distintos países, si los actores tenían que rodar escenas de películas por mucho tiempo en lugares apartados, las parejas se distanciaban. También médicos, ingenieros, marineros, militares, consolidaban su trabajo lejos de las parejas, la familia y a veces, en lugares inhóspitos, en fin, que mantener el amor se convirtió en un reto.
¿Sucede distinto en el siglo XXI? No, incluso, contamos hoy con una ventaja imposible décadas atrás, el uso de la tecnología que nos permite internet. ¿Es esta vía la adecuada para mantener el amor a distancia?
Aunque mantener el amor en una pareja, que se encuentra a distancia por largos períodos de tiempo, es un proceso que solo lo mantiene vivo el cerebro, sí hay maneras positivas que ayudan a que la pareja se encuentre cercana, aún en contra de los románticos, que enfatizan la necesidad de la presencia cuerpo a cuerpo para mantener el entusiasmo.
El amor a distancia tiene algunas ventajas y me interesa comentar una especialmente: se evita la rutina de verse la pareja todos los días. ¿Hay algo más dañino para el amor que la rutina del día a día sin sorpresas? Es cierto que si una pareja se comunica por internet diariamente y utiliza además el teléfono para el acercamiento, a veces tampoco hay nada nuevo que decir, también por medio de la tecnología hay rutina pero el encanto es otro, es el interés del encuentro cuando se produce, que deja siempre el sabor del postre sin acabar.
La pareja vive la relación sexual con mucha pasión contenida, ha tenido tiempo de fantasear con el encuentro y lleva a la cama todo lo imaginado. Todo no, siempre queda algo y es esto lo que llama Jorge Luis Perdomo, Sexólogo en Programas para Parejas de la ciudad de Miami, el sabor del postre. Quedó ese pedacito final sin consumirse por completo, es dejar la puerta abierta para el deseo de un próximo encuentro.
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